Nunca olvidaré aquel comercial de Volkswagen: "todo el mundo tiene un auto, o al menos en la
cabeza". Yo siempre lo creí, y creo que
si no fuera por la fortuna de haber vivido en ciudades como Viena, lo seguiría
creyendo.
Al crecer en la ciudad de México, me parece
que su configuración es natural. Es así como se traza una ciudad, se distribuye
y se hacen los caminos. Es algo que simplemente pasa, y es obligación del
gobierno crear las avenidas, tapar los baches, mantener el tráfico circulando,
etc. De hecho, es lo que oímos a diario,
que el progreso surge por construir tal o cual autopista, que el gobierno gasto
x dinero en arreglar los baches. Bueno tan solo saliendo de mi casa están
siempre trabajando en pavimentar la calle.
Es tal mi relación con el automóvil, que me
parece muy ordinario que mi papa pase sus fines de semana arreglando ó lavando su
coche, pagando la tenencia, la verificación, el mecánico, etc; ó que mis primos
se hayan endeudado por 6 años con el fin de tener un auto último modelo.
Los dos meses que pase en Viena, me hicieron
darme cuenta de algo: en realidad, el coche no eran tan indispensable, de hecho
no era necesario en lo absoluto. Podía viajar felizmente en mi bicicleta, usar
el sistema del metro, o simplemente, caminar.
La experiencia fue totalmente distinta cuando
visité Seattle. Interminables horas encerrada en un camión para llegar a mi
casa. Siempre he sido proclive a marearme, así después de una espera de unos 40
min en lo que pasaba el transporte público, más 1 hora y media de mareo y calor
en el camión, me hizo darme cuenta por que el 96% de los habitantes en Estados
Unidos tienen un coche[1].
En fin, todas estas cuestiones no estuvieron
bien claras para mí hasta que leí el libro de Jane Jacobs, “Muerte y vida de
las grandes ciudades”. Entonces me di
cuenta, que las ciudades son mas viejas que los vehículos automotores, y que en
realidad, las partes de la ciudad diseñadas después de los cuarenta fueron
pensadas para que la gente tuviese un automóvil, sobre todo en EUA.
Jane Jacobs fue una
gran influyente en movimientos nuevos de desarrollo urbano en Estados Unidos.
Lo más paradójico, es que ella nunca recibió formación formal como urbanista ni
arquitecta. Jane Jacobs era una luchadora social, quién desde este ángulo fue
capaz de ver aspectos de la vida de las ciudades, que los más grandes
arquitectos no podían ver.
Jane Jacobs veía la
parte humana de las ciudades. No estaba enfocada solo en la distribución del
espacio, sino en la interacción a una escala pequeñita, humana. Ella veía la relación
que las personas podían construir en esas áreas.
En los comienzos de su libro presenta el
barrio de North End en Boston, Massachusetts. En 1950 esta parte de la ciudad
era sinónimo de favela, una área pobre, sucia, donde nadie quería vivir. Los urbanistas de ese momento consideraban que
era una área sobrepoblada, insegura, y sin ningún orden. La creencia era que sólo los
inmigrantes y la gente sin recursos permanecía ahí. Por lo tanto, los gobernantes
querían deshacerse de este tipo de barrio.
El polo opuesto de North End eran suburbios
como los de la ciudad de Los Ángeles. Ellos representaban la visión de cómo
debería ser la vida urbana. El vivir en tales suburbios incorporaba un concepto
de una vida confortable, rodeada de jardines, vida privada y seguridad en las calles
Así que la mayor parte de los proyectos
urbanísticos de esa época tenían la idea básica de sacar a la gente de estos
barrios ubicadas en el centro de la ciudad y llevarlas a los suburbios ubicados
en la periferia, donde podrían tener una vida más confortable.
Jane Jacobs no tenía aquellos ojos de
planeadores urbanos., de amplias escalas aéreas. Lo que Jane veía de una ciudad
era diferente, ella lo veía desde una escala mas pequeña: sus calles. Jane creía que las calles eran la parte más
vital de una ciudad. Son las calles, las que determinan el espíritu de toda la
ciudad.
Con estos ojos, Jane Jacobs vio en Nord End
algo muy diferente. Se dio cuenta que el barrio tenía una de las tasas de delincuencia
más bajas de la ciudad. Su ambiente era en realidad muy alegre: niños jugando
al aire libro, gente en las calles tomando un café, hablando con extraños y
vecinos, ó simplemente disfrutando el día.
Por otro lado , suburbios de ciudades en crecimiento como Los Ángeles,
tuvieron las tasas más altas de delincuencia per cápita. La gente pasaba más
tiempo en los coches y no en las calles. No había diversidad en sus barrios,
las calles eran idénticas y lucían siempre vacías. ¿Qué era entonces lo que
hacía que calles como las de North End estuvieran llenas de vida?
En las calles de North End la gente se sentía cómoda.
Esto era por que estaban creadas de una manera más natural. Había pequeños
negocios, departamentos, farmacias, restaurantes, iglesias, en fin. Las
necesidades de las personas podían ser cubiertas siempre a pie. No había una
segregación de espacio, era de uso mixto. Y además su configuración era
vertical. Es decir, había edificios multifamiliares.
Por ende, espacios como el barrio de Nord End tenían una mayor densidad
poblacional.
En cambio, la tragedia de la planeación
urbana en los suburbios de los Ángeles sería visible años después. A partir de
la década de los 60s, los Ángeles se ha caracterizado por ser una de las
ciudades con la peor calidad del aire en todo Estados Unidos. La vida de sus habitantes estableció una
profunda dependencia con el automóvil. Y
ello trajo nefastas consecuencias, que incluyen la degración del medio
ambiente, cambio climático, problemas de salud, segregación social, entre
muchos otros.
En el siguiente post abordaremos cómo Jane Jacobs
describe la destrucción del tejido social de Estados Unidos como consecuencia
de los suburbios y la dependecia del automovil.