Wednesday, May 7, 2014

De manantiales y gasolineras

Hace unos días pasé por Ampliación Tepepan, el lugar donde crecí. Con tristeza descubrí que la gasolinera se ha extendido y ha ocupado un predio justo enfrente del pozo de agua. Ahora sí, tubos de hidrocarburos conviven al lado del manantial que provee de agua a estas colonias ubicadas en las faldas del cerro de la Cruz.
La Gasolinera

El enorme tráfico, los puestos ambulantes y  el ajetreo cotidiano hace difícil concebir que hace 100 años, la Noria era una gran hacienda con uno de los manantiales más prolíficos de Xochimilco. Se alimentaba de la escorrentía proveniente de la cordillera del cerro de Xochitepec. Y dado que esta cordillera fue el afloramiento geológico más antiguo de toda la zona del valle de México[1] es posible pensar que el manantial fuese hogar de una enorme biodiversidad, y de especies endémicas. A este ojo de agua acudían las personas a lavar su ropa, y los niños a bañarse, y señores a pescar.
¿Así se vería la Noria? 

Por aquellos tiempos, la creciente demanda de agua limpia para la ciudad de México provocó que se construyera un gran acueducto que iniciaba en  Xochimilco, en el pueblo de San Luis Tlaxialtemanco, y terminaba en los tanques del Molino del Rey, en la Colonia Condesa. En 1905, el manantial de la Noria comenzó a alimentar al acueducto, aportando entonces una séptima parte de toda el agua que se extraía de Xochimilco hacia la ciudad de México.
Acueducto de la Ciudad de México

Este acueducto provocó una enorme presión sobre el recurso hídrico en todo Xochimilco, y aunado a las obras del Gran Canal del Desagüe (cuyo fin era expulsar el agua de los lagos de Texcoco para evitar las recurrentes inundaciones en la ciudad) terminaron por desecar extensas zonas de los vasos lacustres del lago Xochimilco. El entubamiento que sufrió el manantial de la Noria, le hizo ser un testigo más de la devastación ecológica del Valle de México.
Si pensamos en la naturaleza del valle de México, una cuenca endorreica, es decir, cuyos escurrimientos no se dirigen al mar si no que se acumulan adentro, podemos imaginar a los grandes barcos de vapor que relatan documentos del siglo XIX, circulando por los canales de Xochimilco y Chalco.
Barco en la Calzada de la Viga. Tomado de http://www.mexicomaxico.org/Viga/LaViga.htm
Sin embargo, este enorme sistema hidrológico colapsó. La causas se remontan a los antiquísimos años de la colonia, cuando los españoles intentaron abrirse terreno en el lago. Para ellos el agua era un obstáculo para la reproducción de su cultura, la tracción animal, los cultivos, y sobretodo el dominio militar[2]. Siglos después, el auto llegaría a la ciudad para terminar de tapizar los pocos ríos sobrevivientes, como el del Río Churubusco o el Viaducto.
La Noria es una pieza de este rompecabezas. Una gasolinera tapizando lo que era un ojo de agua. A mí me encantaría ver un manantial de agua dulce, un espacio público, de recreación para todas las familias del sur de la ciudad de México, donde se pudiera nadar, pescar, dar recorridos. Pero ese es un sueño guajiro. Lo que existe actualmente es una gasolinera, que representa una bomba que en cualquier momento puede derramar sustancias tóxicas y cancerígenas al agua que diario beben los habitantes. Tan solo en 1990 se encontró que la mitad de las gasolineras en el DF presentaban fugas[3]En 2003, un estudio de la calidad del agua de pozos en Rockingham County, Estados Unidos, demostró que el aditivo para gasolina Éter metil tert-butílico se encontraba en 40 % de los pozos muestreados, y su frecuencia aumentaba conforme a la cercanía con las gasolineras[4]. Este compuesto provoca nauseas, irritación y daño al sistema nervioso.

Como esta sustancia, quién sabe que otra clase de trazas de compuestos tóxicos estén entrando los acuíferos. El futuro temido de los vecinos de Ampliación Tepepan y otras comunidades, quienes acamparon en protesta hace unos 15 años para evitar la gasolineria. La corrupción privilegió a intereses privados sobre el bien común y hoy tenemos una gasolinera encima de un pozo.




[1] Gaceta Oficial del Distrito Federal, 2005, p11
[2] Izazola (2001) Agua y sustentabilidad en la Ciudad de México. Estudios Demográficos y Urbanos, 047, 285-320
[3] Soto Galera, E., Mazarí Hiriart, M., & Bojórquez Tapia, L. A. (2000). Entidades de la zona metropolitana de la Ciudad de México propensas a la contaminación de agua subterránea. Investigaciones geográficas, (43), 60-75.
[4] Ayotte, J. D., Argue, D. M., & McGarry, F. J. (2005). Methyl tert-butyl ether occurrence and related factors in public and private wells in southeast New Hampshire. Environmental science & technology, 39(1), 9-16.